Y conste que digo “deberías”, en condicional. Que cada uno es muy libre de hacer lo que le plazca, y por suerte no hay post que sirva de bozal. Desde luego no los míos. Es más, todos sabemos de aquel/la compañero -jefe, subordinado, directivo…- que en un momento dado soltó (porque las burradas, aunque liberadoras, se dicen sin pensar) “cuatro verdades” y se quedó más ancho que largo, además de evitarse unas cuantas sesiones de psicoanálisis (que… quizá sí tuvo que costearse el receptor del mensaje).
Peeeero, si no hay historias excesivamente complicadas en tu hábitat laboral, no sufres coprolalia (mejor googléalo) o quizá tienes prevista una entrevista de trabajo, hay una serie de palabras, términos y expresiones que te convendría evitar. Las palabras son muy poderosas, para bien o para mal. Y no estoy hablando de PNL (que me encanta y ya la trataré en otro momento), sino de pura lógica. Cuidar tu marketing personal pasa por mimar y elegir bien lo que dices (y lo que no). Para conseguir que la comunicación sea cara a cara y no cuerpo a cuerpo + que fluya como debe, toca pulir el lenguaje.
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Hay muchos profesionales -y muy buenos, ya te presentaré mejor el trabajo de Mónica Pérez de las Heras, @mpdelasheras– que hablan y escriben sobre el lenguaje (personal), pero me gusta especialmente Judi James. Quizá por su peculiar trayectoria personal y capacidad de reinventarse: fue modelo, abrió una escuela para ellas (donde se formó Naomi Campbell, por cierto), ha escrito trilogías juveniles y no sé cuantos libros sobre motivación y desarrollo personal. Quédate con estos dos títulos… La biblia del lenguaje corporal y ¡Estás contratado! (Paidós). En el segundo, dentro de sus consejos y técnicas para superar con éxito las entrevistas de trabajo (aplícalo también en una reunión con directivos, ante una subida de sueldo, etc.), explica lo fácil que es crear una mala impresión… hablando. No descubre América, todo entra dentro de la lógica, pero seguro algo de lo que menciona se te ha colado de vez en cuando. Veamos.
Palabras con las que te quedas corto cuando hablas de ti:
-Sólo
-Espero que…
-Será un reto para mi
-No se me da mal
-No lo he pensado
-Creo que podría hacerlo
-Lo siento
-Supongo
-Podría estar bien
-Lo intentaría
Las que te vuelven arrogante:
-Fantástico
-Le garantizo no lo lamentará
-Daré el 200%
-Soy el mejor en eso
-Sé que puedo hacer el trabajo mejor que los demás
-No necesito trabajar
-Tengo muchas ofertas
Cuida el lenguaje coloquial:
-No empieces una frase con “obviamente”, o parecerá que la pregunta es estúpida
-Que no se te escape ni un taco, aunque sea light.
-Si no escuchas bien la pregunta opta por un “¿Perdone, le importa repetirme lo que ha dicho?” en vez de “¿qué” o “¿eh?”
-Da siempre las “gracias”, incluído en recepción cuando te marches.
Evita la jerga empresarial:
-Una cosa es usar términos técnicos, y otra clichés, como…
-pensamiento creativo
-vamos a plantearlo y a ver qué dicen
-todos estamos en el mismo barco
-subir el listón
-hay que tener visión de conjunto
Al entrevistador (superior) le molestan expresiones como estas:
-Usar “¿por qué?” al principio de una pregunta. Ej. “¿por qué es importante eso?”.
-“No es mi intención ser grosero”… Estás anunciando ¡que lo vas a ser!
– “Con todos mis respetos…”. Pasa lo mismo: vas a ser irrespetuoso.
– “Tiene”, “debe” y demás imperativos, expresan orden, y ponen en entredicho el estatus del entrevistador/ superior.
-Un “no” a secas. Hay que acompañarlo de una solución, con un “pero”. Ej. No tengo experiencia en ese campo, pero aprendo con rapidez.
– “Bastante”. Ej. “Soy bastante bueno en eso”, transmite falta de espíritu.
Si se te ocurren más (puede que por propia experiencia), ¡compártelas!