El 80% de la inteligencia creativa en una empresa… se tira a la basura

Qué complejo me resulta aún este concepto: creatividad. Tan teóricamente lleno de infinitas posibilidades, matices y colores… como intangible y ambiguo. Ser creativo es uno de los requisitos básicos en los profesionales del S. XXI (los que quieran tener un buen destino laboral) y de las empresas que quieran garantizar su futuro, pero… ¿qué demonios significa realmente? ¿Lo entendemos bien, en toda su magnificencia (cuándo voy a usar esta palabreja si no) y profundidad? ¿O quizá nos parece  un talento/habilidad que queda genial exigir al candidato, así como decir que lo “tenemos” cuando nos ofrecemos para un trabajo, pero que ni sabríamos evaluar correctamente ni tampoco explicar en acciones concretas?

He vivido con creativos -entendido como profesional- casi toda mi vida adulta: diseñadores gráficos, ilustradores, publicistas, escritores, pintores, fotógrafos… y algún que otro cuentista 😉 . Y supongo que en muchas ocasiones, también por mi condición de periodista y más allá del proceso de escritura mismo, practico la creatividad… ¿O quizá no? ¿O quizá sí pero sin traspasar las barreras?  ¿Hay que traspasarlas? ¿Me he “vuelto loca” alguna vez estando en un proceso creativo? ¿Hay que volverse loco? Soy la reina del flow -con ruido ambiente incluido- pero no estoy tan segura de haber roto todos mis esquemas mentales alguna vez para profundizar en el proceso creativo. He desafiado al status quo más veces de las que me habría gustado (god bless the future of work and humanism) pero nunca he lanzado provocaciones gratuitas.

¿Es necesario ser un provocador? ¿Tantear los límites? ¿Está la creatividad solo ligada con los disruptivo? ¿Es sólo aplicable a quien tiene muuucha imaginación? Porque entonces mi “carencia creativa extrema” me viene de infancia: nunca me gustó  aquella canción de Rosa León llamada “Reino del revés”, paradigma de creatividad e imaginación infantil en según qué guarderías de los años 80. Seguro que te acuerdas de la letra (si eres un zeta quizá hayas tenido la “desgracia” de que te pusieran la canción en Youtube tus padres en un arrebato de nostalgia): “Me dijeron que en el Reino del Revés, nada el pájaro y vuela el pez, y que dos y dos son tres”… ¿Perdón? Vaya, que de pequeña no jugaba en los viajes familiares precisamente a cambiar las cosas de sitio de manera imaginativa, existiendo la posibilidad -mucho más interesante, ¡dónde va a parar!- de generar palabras que contuvieran todas las letras de una matrícula (hábito que por cierto aún mantengo en los atascos).

 

Algunos dicen que la creatividad es “la capacidad de crear”. Demasiado básico. Otros que es “la generación de ideas”. Yo a eso lo llamo usar el intelecto. Para Franc Ponti y Lucía Langa, autores del libro Inteligencia creativa (Amat) podría ser
“generar ideas originales y potencialmente útiles en cualquier campo de la actividad humana”. Bien, pero lo de “útil”… como que a menudo no casa precisamente con la intención del pintor o del artista, me temo.

 

Me gusta bastante más esta otra definición que los autores también recogen en su obra: “ser creativo es combinar ideas aparentemente contrapuestas para crear conceptos nuevos o diferentes”. Y ya me enamora del todo lo que dice el filósofo José Antonio Marina; él habla de la “inteligencia creadora”: ser inteligente es lo que nos permite desarrollar un proyecto de vida satisfactorio y con sentido, para uno mismo y para el resto. Además -transcribo literal- el ejercicio de la inteligencia creativa tendría que permitirnos ser razonablemente felices. Cuando usamos la inteligencia creadora, encontramos soluciones únicas, personalizadas y efectivas que hacen nuestra vida mejor. Desde esta perspectiva -que me resulta menos estresante que la de tener que andar rompiendo esquemas, límites o lienzos todo el rato- todos somos personas creativas. O al menos, potencialmente creativas. La pregunta sensata que nos plantean es: ¿qué sentido tiene ser alguien inteligente si después esa inteligencia no se convierte en capacidad de crear? ¿Y qué fin último persigue el ser humano si no es el de la felicidad?

 

Así que si le preguntan próximanente “¿es usted una persona creativa?” conteste: “por supuesto, pongo mi inteligencia al servicio de la creación” 🙂

Lo que está claro -ahora que está más claro, al menos para mí, de qué va esto de la creatividad- es que sin inteligencia creadora no hay innovación, y sin innovación el mundo no avanza. Aunque, sugiero, antes de preocuparnos por el mundo, mirar nuestra pequeña parcela: ¿estamos desarrollando un proyecto de vida satisfactorio y con sentido? ¿Estamos siendo inteligentes y creativos para mejorar nuestra propia vida o… nos hemos dejado llevar? Pasa del razonablemente de unas líneas más arriba… ¿estás/te sientes/eres feliz? Reflexione cada cual, y para quién esté interesado en descubrir más, recomiendo la lectura del libro; es excelente.

 

Hago un pequeño inciso en el tema relacionado con el trabajo, por estar en sintonía con el blog, y sobre todo con el fow. Según algunos estudios, una gran parte de las empresas no aprovechan ni el 20% del potencial creativo de sus trabajadores. Es decir, se tira a la basura el 80% de su inteligencia creadora. O, por aquello de ser positivos, digamos que la creatividad está sumergida, a la espera de un cambio necesario en la organización que le permita aflorar.

 

¿Cómo es posible que tanta gente, si pudiera, dejaría ya mismo su trabajo? ¿Cuántas personas hay cada día, cada hora, adormecidas en sus oficinas? ¿Por qué no hemos logrado hacer del trabajo algo excitante y divertido?.. Bueno, ya lo sabemos: herencia de un sistema productivo industrial, controlador, opresivo, temeroso, opaco e hiperjerárquico. Como dice el talentsolucionador Gary Hamel, profesor de la London Business School, “las organizaciones deberían construir entornos de pasión en vez de entornos de rutina, control y aburrimiento”. Algo que, por suerte, ya está sucediendo; cada vez son más las empresas que nacen bajo esta necesidad/filosofía.

¿Ideas para construir un entorno de pasión?
Veamos algunas (en concordancia con Knowmads. Los trabajadores del futuro):

  • Procurar que haya poca jerarquía y que la existente esté al servicio de la gente y de los clientes
  • Esforzarse por romper los compartimentos estancos de los departamentos clásicos y creando organizaciones donde todo el mundo pueda hablar con todo el mundo, en libertad.
  • Generando retos (a través de la misión, la visión, los valores y los modelos de negocio) que sean percibidos por los trabajadores como difíciles pero emocionantes y factibles de conseguir.
  • Demostrando que si queremos que los clientes sean los primeros antes debemos tratar muy bien a los empleados.
  • Creando espacios para la creatividad, la colaboración y el descanso productivo.
  • Generando un ambiente de cooperación y colaboración, no exento de sana competitividad puntualmente.
  • Haciendo mucha formación y coaching para todos. De forma auténtica, no burocratizado ni para “la élite”.
  • Minimizando la burocracía asfixiante inútil y creando actividades divertidas y estimulantes.
  • Dando tiempo y facilidades a las personas para que creen e innoven…

“Con las pasiones uno no se aburre jamás; sin ellas, se idiotiza”, que diría Stendhal.

 

Que tengáis una gran semana.

Sígueme

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies ACEPTAR

Aviso de cookies

Pin It on Pinterest

Share This