Reconozco que leía con satisfacción hace unos días las conclusiones del Informe Davos, publicado un poco antes del esperado encuentro del Foro Económico Mundial de Ginebra. Satisfacción, desde una perspectiva de ego profesional si me permitís (permitídmelo), pues el Informe corrobora las informaciones y avances de tendencias laborales que recojo en el libro knowmads. Conclusiones que por cierto el recién presentado y muy detallado Informe de Adecco “El futuro del trabajo”, también sustenta (os animo a leer ambos, los tenéis linkados). Superada esa primera reacción propia de la debilidad humana, la segunda fue también de alegría: al fin un organismo potente ponía encima de la mesa la cuestión del brutal cambio laboral que se nos viene encima, con el eco mediático que dicho Foro siempre conlleva.
Porque necesitamos seguir hablando de esto alto, fuerte y claro.
O mejor, mucho y claro.
O mejor aún, claro y no amarilleado…
Digo amarilleado porque el tema de la Inteligencia Artificial ya sabemos que vende. Y que todo lo que sea negativo vende infinitamente más que lo positivo. De ahí que contar que los robots nos van a quitar 5 millones de puestos de trabajo para siempre, sea demasiado goloso como para no ponerlo de titular… Inevitable por ello mismo que miles de personas retuiteen y compartan dicha noticia/ titular hasta la saciedad, quedando al final como BSO o idea de fondo un concepto simplista: robot malo, futuro negro. Y lo peor: de repente se suman al “negociado” del future of work personas que no contrastan sus informaciones y solo repiten o copian a retazos lo que pillan por ahí. Y el anti análisis se contagia, multiplica, llegando a cada vez más gente.
Y es que los seres humanos tenemos cierta manía con según qué temas para transmutarnos en bancos de sardinas: cuando nos movemos todos para el mismo lado sin saber porqué, nuestro cerebro adquiere tamaño de pez.
Pero no es buen momento para la desinformación ni ideas simplistas, porque el tema es serio. Serio, pero no negro. No es buen momento tampoco para infundir miedo o desazón, sino de EXPLICAR (bien) para OFRECER SOLUCIONES (reales) que mejoren la EMPLEABILIDAD (posible) de las personas. Es el momento de pensar y actuar precisamente en positivo, desde la motivación, porque en función de las decisiones que tomemos ahora -entre todos- así será el futuro que tendremos. Y yo me niego a construir un mal futuro. Y no concibo que nadie lo quiera… Excepto los inmovilistas de carácter.
No hay que tener miedo al robot, sino a que nuestros instintos de superación y mejora queden enlatados.
Por ello no considero muy acertado el término “Cuarta Revolución Industrial”, que lleva ya como implícito tanta carga negativa del pasado. Da como mal rollo, suena a lucha, a pelea, a sufrimiento… E Industrial además suena a pesado. Y no vivimos precisamente en una época densa y opaca sino líquida y liviana. Cuarta Revolución Industrial provoca reacción: si nos creemos el miedo y nos acogemos al inmovilismo, reaccionamos como sardinas nadando hacia el lado equivocado.
Esta Revolución me parece muy diferente a las tres anteriores, y creo debería tener su propia identidad, su propio nombre en la Wikipedia y libros de texto del futuro, y no ser tratada como una consecución numérica más dentro de la historia de las revoluciones laborales de la humanidad. Podríamos quedarnos sencillamente con Era de la Industria 4.0 (o Industria inteligente o Ciber-industria del futuro). Pero bueno… Tendremos que convivir con ello pues el término ya lo ha afianzado el economista alemán Klaus Schwab, fundador y CEO de Davos, con su publicación “Cómo dominar la Cuarta Revolución Industrial”; en ella explica estamos frente a una fusión de todas las tecnologías, que cambiará radicalmente el sistema de producción, negocio y trabajo. Y tiene toda la razón. Pero precisamente por ello es el momento de empezar a construir, de manera individual y conjunta, cuál es la mejor manera de abordarlo.
Quedarse en la superficie del tema –esta revolución va más allá de la desaparición de puestos de trabajos, que por supuesto quedarán compensados por tantos otros nuevos. ¿O no ha sido así siempre? ¿O acaso no hay ahora mil veces más tipos de trabajos que en el siglo pasado?- nos impedirá crecer hacia el lugar deseado. Pero hay que ser conscientes de cuán fácilmente sustituible puede ser nuestro trabajo actual, y empezar a tomar medidas para hacernos y sentirnos más competitivos y empleables.
La transformación que nos exige el futuro del trabajo, que obviamente pasa por lo digital, conlleva sobre todo poner el foco en lo humano: el proceso de reciclaje, adaptación, crecimiento y mejora del profesional así como de la empresa hacia las nuevas exigencias, ni es fácil ni ocurre en unos pocos días. Ni se puede hacer solo. Hay que contar las verdades, pero ayudar en el proceso de con delicadeza, y sobre todo transmitiendo energía y ánimo.
Soy optimista digital. Y lo seguiré siendo en tanto que, como decía antes, la manera de enfrentarnos a las cosas se traduzca en como las terminaremos viviendo. Por suerte el 65% de los expertos en RRHH españoles, entrevistados para el Informe de Adecco, opinan también que la automatización destruirá empleos en la misma medida que los creará.
El acercamiento de las personas a las nuevas tecnologías, a la realidad de cambio y disrupción continua que van a vivir, a la posibilidad de que no vuelvan a ser asalariados… entre tantas otras cosas, exige un esfuerzo de empatía y comprensión por parte de quienes ya dieron el salto hacia ese future of work.
La robotización, ¿supondrá una disminución radical de los puestos de trabajo llevando a mucha gente al desempleo y pobreza, o seremos capaces de reciclarnos y que la IA sirva para descargarnos de las tareas más pesadas pero sin suponer una pérdida real y masiva de empleo?
Como digo en el libro, “el impacto de los robots en el empleo puede ser positivo, negativo o mixto, en función de lo que desde ya se empiece a hacer al respecto”.
Feliz semana.